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Delirios de autor (el blog de Manuel Fernando Estévez Goytre)

Blog dedicado al autor Manuel Fernando Estévez Goytre y su obra

"Huyendo a Granada", de María Victoria Muñoz Jiménez

Publicado en 15 Agosto 2017 por deliriosdeautor

“Huyendo a Granada” Victoria Eugenia Muñoz Jiménez La granadina Victoria Eugenia Muñoz Jiménez se licencia en Filosofía y Letras (Filología Románica y Francesa) por la universidad de Granada, ciudad en la que ejerce como profesora de secundaria en el colegio Juan XXIII de la Chana. Tras escribir alguna que otra novela infantil aún inédita y unos cuantos relatos (algunos de los cuales ha publicado en el periódico Ideal), obtiene el primer premio del certamen del ayuntamiento de Cúllar Vega con su relato “Amapolas de Polonia”. En 2014 publica la novela juvenil “El corazón de roble”. Más tarde nos sorprende con “Huyendo a Granada” (Esdrújula, 2017), una obra para adultos en la que trata temas, como se puede leer en la contraportada del libro, relacionados con la rebeldía, la fe, la esclavitud, la guerra, la muerte y, sobre todo, la lucha por el acceso de la mujer a la cultura. 	La trama se sitúa entre Benamahoma (un pueblecito de la sierra de Grazalema, en la actual provincia de Cádiz), Granada y Cúllar, teniendo como punto de arranque el primero de ellos, donde Bashira, una chica de tan solo 13 años de edad, se encuentra en la encrucijada de elegir entre el matrimonio impuesto con un oscuro comerciante de Fez o, animada por abdul, un joven apuesto del que se enamora, abandonar a su familia y huir en busca de nuevos horizontes. Pero las cosas no se desarrollan como ellos planean y su destino da un giro que llevará a Bashira por senderos que nunca había siquiera imaginado.  	Después de su huida, en un viaje no exento de aventuras y desventuras, la muchacha hace un alto en una venta donde trabaja por un tiempo, hasta que las circunstancias dan de nuevo al traste con sus proyectos y la devuelven a los peligrosos caminos del reino de Granada, último reducto del islam en al-Ándalus. La historia del ñork, introducida con maestría en el texto, se puede considerar un breve paréntesis que hace que la narración se sumerja por unas páginas en la dinámica del cuento oriental. El final de la novela, aunque pueda parecer previsible, se desarrolla de una manera muy diferente a la que el lector pueda escenificar en su mente. De ello se desprende, obviamente, que la creatividad de la autora es palpable en cualquier rincón del libro. Tiene sobrada capacidad para sorprender y lo demuestra con creces a lo largo y ancho de cada página de la obra, que se va tiñendo de matices cada vez más interesantes. Victoria Eugenia va dosificando con conocimiento de causa unos conflictos y unas soluciones que dan lugar a otros conflictos y a otras soluciones añadidos. 	El libro está dividido en diecisiete capítulos casi siempre cortos cuya agilidad dice mucho del buen hacer de la autora en lo que respecta a la novela histórica. Se complementa con un anexo, una ruta literaria por la sierra de Grazalema y la ciudad de Granada, donde en cada alto se lee un párrafo de la obra. El texto está plagado de preciosos adjetivos y conseguidas metáforas (“bosque de hermosas columnas de mármol”, por poner solo uno entre cientos de ejemplos) que embellecen la obra y la sitúan a la altura del lector más exigente. Pero quizá, a mi humilde modo de entender, y con esto no quiero transmitir negatividad sino todo lo contrario, el libro contenga un exceso de información que la autora facilita de una manera directa, si bien habría que ponerse en su lugar y entender que estamos ante una novela histórica, un género que exige una buena dosis de razonamiento y un elevado número de notas explicativas a pie de página. Aparte de lo anterior, la obra goza de un ritmo que se mantiene de principio a fin, Victoria Eugenia dedica el tiempo justo y necesario a cada capítulo, a cada anécdota, a cada escena. 	La historia se centra diecisiete años antes de la toma de Granada, con Muley Hassan como rey y señor del emirato. La autora hace gala de una documentación exquisita. Hace un repaso digno de encomio por la cocina andalusí, así como su indumentaria, muebles, costumbres religiosas y civiles, calles, edificios públicos, fuentes, baños, hospitales (maristán), universidad (madraza), lonjas (corral del Carbón) o mezquitas de la época, muchas de las cuales fueron sustituidas por iglesias tras el establecimiento de los Reyes Católicos en Granada, al contrario de lo que sucediera siglos atrás con los templos cristianos en al-Ándalus. Es una novela, en definitiva, muy rica en detalles que otros autores ni siquiera mencionarían. La obra en general es un fiel reflejo de la vida cotidiana de la época, lo mejor sin duda del libro. 	Los personajes principales van evolucionando a medida que la trama lo requiere. Así, la niña asustadiza de trece años que se presenta al comienzo de la historia, al sentir en sus propias carnes el peso del sufrimiento por la separación de su familia, se convierte con el paso del tiempo en una muchacha capaz de ayudar a otras personas, como a la joven Zoraida. Perteneciente a una familia de molineros muy religiosa que regenta un pequeño negocio de repostería y panadería, Bashira se perfila desde el principio (un indicio que obtendrá sus frutos en el último tercio de la historia) como una chica trabajadora y buena estudiante de la escuela coránica, rara avis entre las muchachas musulmanas de la época. Entre los personajes destacan Naiya, madre de Bashira, o Rashid, padre; sus hermanos Alí, un chico de quince años muy trabajador pero negado para los estudios, y Mohamed; Abdul, joven vendedor de quesos, pretendiente de la protagonista; Ibrahim, apodado Trampaenlengua por su habilidad para engatusar a la gente, comerciante de Fez que negocia la mano de Bashira con su padre; Abbas, herrero, primo del anterior; Yussef, Nayib y Said, hijos del herrero, y Afrah, su esposa; Nur, amiga de la protagonista, y Yusuf, su padre; Yamila, integrante de la caravana que lleva a Bashira a Granada, y Maryam, su esposa; Aben El Mezdulah, profesor de la madraza que emplea a la protagonista en su casa y la ayuda dándole su apoyo y su confianza; Zoraida, hija asténica de Aben; Bashir, médico, amigo de la familia granadina; y Omar, hijo del médico, que contrae matrimonio con Zoraida. Antes de terminar esta reseña me gustaría decir que la obra alcanza el mayor interés al inicio de la última cuarta parte. Si me tuviera que quedar con algún párrafo en concreto lo haría con aquel que describe el ritual de poner la mesa, muy rico en matices, ya he anticipado que toda la obra es muy detallista en ciertas descripciones. O con este otro, ubicado en los baños: “Las tres accedieron a la sala templada, que las recibió saturada de vapor, y se tendieron en una tarima para sudar en reposo. Una vez sus poros se abrieron y la piel brillaba por el sudor, se levantaron para dirigirse a la sala caliente donde un golpe de calor húmedo les dio la bienvenida. Yamila se dirigió al extremo de la izquierda en cuya bañera el agua se deshacía en volutas de vapor que se arremolinaban en la bóveda que las cubría. Dejó sus toallas colgadas de una percha y sus compañeras de baño hicieron lo propio. Las tres se pusieron en cuclillas y comenzaron a enjabonarse restregando su cuerpo con vigor de los pies a la cabeza. Una esclava se acercó con una jarra de agua caliente que acababa de llenar en la bañera para ayudarlas a enjuagarse. Hasta los oídos de Naiya llegaron risas y retazos de conversaciones femeninas procedentes de la sala templada que se solapaban con el ronroneo de la caldera, situada cerca de ella bajo el arco central, y el sonido del agua que ya caía desde el recipiente para bañar el cuerpo de la gobernanta. Inmediatamente se elevó una nube de vapor desde el suelo cuyo pavimento hueco se mantenía muy caliente con el vapor de agua que circulaba bajo él procedente de la caldera. Ella y su pequeña amiga imitaron a Yamila y se dispusieron a recibir ese abrazo húmedo”. Después de este breve paréntesis para disfrutar de la placidez de la lectura de este fragmento, puedo y debo afirmar que “Huyendo a Granada” es una obra que, además de entretener, condición mínima que ha de exigirse a cualquier novela, amplía los conocimientos históricos del lector en cuanto a las costumbres de una época gloriosa para lo que entonces era el emirato de Granada, un libro que con toda seguridad no defraudará a nadie. Alicante, agosto de 2017

“Huyendo a Granada” Victoria Eugenia Muñoz Jiménez La granadina Victoria Eugenia Muñoz Jiménez se licencia en Filosofía y Letras (Filología Románica y Francesa) por la universidad de Granada, ciudad en la que ejerce como profesora de secundaria en el colegio Juan XXIII de la Chana. Tras escribir alguna que otra novela infantil aún inédita y unos cuantos relatos (algunos de los cuales ha publicado en el periódico Ideal), obtiene el primer premio del certamen del ayuntamiento de Cúllar Vega con su relato “Amapolas de Polonia”. En 2014 publica la novela juvenil “El corazón de roble”. Más tarde nos sorprende con “Huyendo a Granada” (Esdrújula, 2017), una obra para adultos en la que trata temas, como se puede leer en la contraportada del libro, relacionados con la rebeldía, la fe, la esclavitud, la guerra, la muerte y, sobre todo, la lucha por el acceso de la mujer a la cultura. La trama se sitúa entre Benamahoma (un pueblecito de la sierra de Grazalema, en la actual provincia de Cádiz), Granada y Cúllar, teniendo como punto de arranque el primero de ellos, donde Bashira, una chica de tan solo 13 años de edad, se encuentra en la encrucijada de elegir entre el matrimonio impuesto con un oscuro comerciante de Fez o, animada por abdul, un joven apuesto del que se enamora, abandonar a su familia y huir en busca de nuevos horizontes. Pero las cosas no se desarrollan como ellos planean y su destino da un giro que llevará a Bashira por senderos que nunca había siquiera imaginado. Después de su huida, en un viaje no exento de aventuras y desventuras, la muchacha hace un alto en una venta donde trabaja por un tiempo, hasta que las circunstancias dan de nuevo al traste con sus proyectos y la devuelven a los peligrosos caminos del reino de Granada, último reducto del islam en al-Ándalus. La historia del ñork, introducida con maestría en el texto, se puede considerar un breve paréntesis que hace que la narración se sumerja por unas páginas en la dinámica del cuento oriental. El final de la novela, aunque pueda parecer previsible, se desarrolla de una manera muy diferente a la que el lector pueda escenificar en su mente. De ello se desprende, obviamente, que la creatividad de la autora es palpable en cualquier rincón del libro. Tiene sobrada capacidad para sorprender y lo demuestra con creces a lo largo y ancho de cada página de la obra, que se va tiñendo de matices cada vez más interesantes. Victoria Eugenia va dosificando con conocimiento de causa unos conflictos y unas soluciones que dan lugar a otros conflictos y a otras soluciones añadidos. El libro está dividido en diecisiete capítulos casi siempre cortos cuya agilidad dice mucho del buen hacer de la autora en lo que respecta a la novela histórica. Se complementa con un anexo, una ruta literaria por la sierra de Grazalema y la ciudad de Granada, donde en cada alto se lee un párrafo de la obra. El texto está plagado de preciosos adjetivos y conseguidas metáforas (“bosque de hermosas columnas de mármol”, por poner solo uno entre cientos de ejemplos) que embellecen la obra y la sitúan a la altura del lector más exigente. Pero quizá, a mi humilde modo de entender, y con esto no quiero transmitir negatividad sino todo lo contrario, el libro contenga un exceso de información que la autora facilita de una manera directa, si bien habría que ponerse en su lugar y entender que estamos ante una novela histórica, un género que exige una buena dosis de razonamiento y un elevado número de notas explicativas a pie de página. Aparte de lo anterior, la obra goza de un ritmo que se mantiene de principio a fin, Victoria Eugenia dedica el tiempo justo y necesario a cada capítulo, a cada anécdota, a cada escena. La historia se centra diecisiete años antes de la toma de Granada, con Muley Hassan como rey y señor del emirato. La autora hace gala de una documentación exquisita. Hace un repaso digno de encomio por la cocina andalusí, así como su indumentaria, muebles, costumbres religiosas y civiles, calles, edificios públicos, fuentes, baños, hospitales (maristán), universidad (madraza), lonjas (corral del Carbón) o mezquitas de la época, muchas de las cuales fueron sustituidas por iglesias tras el establecimiento de los Reyes Católicos en Granada, al contrario de lo que sucediera siglos atrás con los templos cristianos en al-Ándalus. Es una novela, en definitiva, muy rica en detalles que otros autores ni siquiera mencionarían. La obra en general es un fiel reflejo de la vida cotidiana de la época, lo mejor sin duda del libro. Los personajes principales van evolucionando a medida que la trama lo requiere. Así, la niña asustadiza de trece años que se presenta al comienzo de la historia, al sentir en sus propias carnes el peso del sufrimiento por la separación de su familia, se convierte con el paso del tiempo en una muchacha capaz de ayudar a otras personas, como a la joven Zoraida. Perteneciente a una familia de molineros muy religiosa que regenta un pequeño negocio de repostería y panadería, Bashira se perfila desde el principio (un indicio que obtendrá sus frutos en el último tercio de la historia) como una chica trabajadora y buena estudiante de la escuela coránica, rara avis entre las muchachas musulmanas de la época. Entre los personajes destacan Naiya, madre de Bashira, o Rashid, padre; sus hermanos Alí, un chico de quince años muy trabajador pero negado para los estudios, y Mohamed; Abdul, joven vendedor de quesos, pretendiente de la protagonista; Ibrahim, apodado Trampaenlengua por su habilidad para engatusar a la gente, comerciante de Fez que negocia la mano de Bashira con su padre; Abbas, herrero, primo del anterior; Yussef, Nayib y Said, hijos del herrero, y Afrah, su esposa; Nur, amiga de la protagonista, y Yusuf, su padre; Yamila, integrante de la caravana que lleva a Bashira a Granada, y Maryam, su esposa; Aben El Mezdulah, profesor de la madraza que emplea a la protagonista en su casa y la ayuda dándole su apoyo y su confianza; Zoraida, hija asténica de Aben; Bashir, médico, amigo de la familia granadina; y Omar, hijo del médico, que contrae matrimonio con Zoraida. Antes de terminar esta reseña me gustaría decir que la obra alcanza el mayor interés al inicio de la última cuarta parte. Si me tuviera que quedar con algún párrafo en concreto lo haría con aquel que describe el ritual de poner la mesa, muy rico en matices, ya he anticipado que toda la obra es muy detallista en ciertas descripciones. O con este otro, ubicado en los baños: “Las tres accedieron a la sala templada, que las recibió saturada de vapor, y se tendieron en una tarima para sudar en reposo. Una vez sus poros se abrieron y la piel brillaba por el sudor, se levantaron para dirigirse a la sala caliente donde un golpe de calor húmedo les dio la bienvenida. Yamila se dirigió al extremo de la izquierda en cuya bañera el agua se deshacía en volutas de vapor que se arremolinaban en la bóveda que las cubría. Dejó sus toallas colgadas de una percha y sus compañeras de baño hicieron lo propio. Las tres se pusieron en cuclillas y comenzaron a enjabonarse restregando su cuerpo con vigor de los pies a la cabeza. Una esclava se acercó con una jarra de agua caliente que acababa de llenar en la bañera para ayudarlas a enjuagarse. Hasta los oídos de Naiya llegaron risas y retazos de conversaciones femeninas procedentes de la sala templada que se solapaban con el ronroneo de la caldera, situada cerca de ella bajo el arco central, y el sonido del agua que ya caía desde el recipiente para bañar el cuerpo de la gobernanta. Inmediatamente se elevó una nube de vapor desde el suelo cuyo pavimento hueco se mantenía muy caliente con el vapor de agua que circulaba bajo él procedente de la caldera. Ella y su pequeña amiga imitaron a Yamila y se dispusieron a recibir ese abrazo húmedo”. Después de este breve paréntesis para disfrutar de la placidez de la lectura de este fragmento, puedo y debo afirmar que “Huyendo a Granada” es una obra que, además de entretener, condición mínima que ha de exigirse a cualquier novela, amplía los conocimientos históricos del lector en cuanto a las costumbres de una época gloriosa para lo que entonces era el emirato de Granada, un libro que con toda seguridad no defraudará a nadie. Alicante, agosto de 2017

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