La melena de Antoine se fue llenando paulatinamente de canas. Si de joven había sido el tipo más rebelde del barrio, su temperamento se fue templando irremediablemente con el paso del tiempo. Así y todo, conservaba tres o cuatro mechones tan negros como el azabache que lo mantuvieron con la dignidad que merecía hasta que su cuerpo fue devuelto a la tierra.