Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
Delirios de autor (el blog de Manuel Fernando Estévez Goytre)

Blog dedicado al autor Manuel Fernando Estévez Goytre y su obra

¿Religión, metafísica, filosofía...?

Publicado en 21 Octubre 2018 por deliriosdeautor Manuel Fernando Estévez Goytre

No sé mucho sobre ella, no sé casi nada sobre su vida. Pero... ¿Vida? ¿Mis labios han pronunciado la palabra vida? ¡Qué despiste el mío!, si lo primero que me enseñaron es que carece de ese regalo divino, al menos hablando en términos materiales. Solo podría asegurar que se esconde entre las sombras de unos setos más secos que verdes, que suele salir de noche y atacar por la espalda, clavando su cuchillo en la soledad y el silencio del crepúsculo. No le tengo miedo, si bien compruebo que ella a mí sí, aunque utilice la soberbia más procaz como arma arrojadiza, porque en el fondo es cobarde. Pero..., ¿y ella..., tendrá ella algo que decir al respecto? Tal vez sí o tal vez no, pero como presupongo que no podré fiarme de sus respuestas, prefiero obviar la pregunta. Es oscura, no hay duda, y negra, tan negra o más que lo más desconocido para nosotros. Porque nadie, a fin de cuentas, la conoce bien; ningún ser humano sabe las sorpresas que guarda en su desván a pesar de que todos las hemos oído mencionar en alguna ocasión. Que si esto, que si lo otro, que si lo de más allá... Hay quien le dedica versos, poemas, canciones enteras, obras dramáticas, películas de larga duración, óperas o incluso series de televisión, lo que me hace pensar que le damos demasiada importancia, seguramente más de la que merece. También hay quien se enfrenta a ella y quien le sigue la corriente sin condición alguna, pero de lo que no cabe la menor duda es que suele causar una profunda sensación de respeto, incluso de temor en el ser humano. Todos intentamos procurarnos un buen futuro en esta vida. Pero ese es el asunto: en esta vida. ¿Y después qué? Hay que tener amigos hasta en el infierno, diría uno. Y también en el cielo, añadiría otro. Hay que cultivar una buena amistad que nos salga rentable allá donde vayamos a criar malvas. Claro, que para eso están los clérigos, pertenezcan a la confesión que pertenezcan. Pero tú, compañero de aventuras y desventuras, a pesar de que puedes comprar bulas papales que nos liberen por varias generaciones del peso que arrastramos desde que se nos asigna un lugar y un tiempo determinado en esta vida terrenal, a pesar de que no tenemos más que arrepentirnos en la última fracción de segundo de nuestros desvíos, perversiones y malas acciones para asegurarnos la paz eterna, ¿no sientes un poco de incertidumbre ante lo que nos espera cuando cerremos los ojos por última vez? Es solo una pregunta.

No sé mucho sobre ella, no sé casi nada sobre su vida. Pero... ¿Vida? ¿Mis labios han pronunciado la palabra vida? ¡Qué despiste el mío!, si lo primero que me enseñaron es que carece de ese regalo divino, al menos hablando en términos materiales. Solo podría asegurar que se esconde entre las sombras de unos setos más secos que verdes, que suele salir de noche y atacar por la espalda, clavando su cuchillo en la soledad y el silencio del crepúsculo. No le tengo miedo, si bien compruebo que ella a mí sí, aunque utilice la soberbia más procaz como arma arrojadiza, porque en el fondo es cobarde. Pero..., ¿y ella..., tendrá ella algo que decir al respecto? Tal vez sí o tal vez no, pero como presupongo que no podré fiarme de sus respuestas, prefiero obviar la pregunta. Es oscura, no hay duda, y negra, tan negra o más que lo más desconocido para nosotros. Porque nadie, a fin de cuentas, la conoce bien; ningún ser humano sabe las sorpresas que guarda en su desván a pesar de que todos las hemos oído mencionar en alguna ocasión. Que si esto, que si lo otro, que si lo de más allá... Hay quien le dedica versos, poemas, canciones enteras, obras dramáticas, películas de larga duración, óperas o incluso series de televisión, lo que me hace pensar que le damos demasiada importancia, seguramente más de la que merece. También hay quien se enfrenta a ella y quien le sigue la corriente sin condición alguna, pero de lo que no cabe la menor duda es que suele causar una profunda sensación de respeto, incluso de temor en el ser humano. Todos intentamos procurarnos un buen futuro en esta vida. Pero ese es el asunto: en esta vida. ¿Y después qué? Hay que tener amigos hasta en el infierno, diría uno. Y también en el cielo, añadiría otro. Hay que cultivar una buena amistad que nos salga rentable allá donde vayamos a criar malvas. Claro, que para eso están los clérigos, pertenezcan a la confesión que pertenezcan. Pero tú, compañero de aventuras y desventuras, a pesar de que puedes comprar bulas papales que nos liberen por varias generaciones del peso que arrastramos desde que se nos asigna un lugar y un tiempo determinado en esta vida terrenal, a pesar de que no tenemos más que arrepentirnos en la última fracción de segundo de nuestros desvíos, perversiones y malas acciones para asegurarnos la paz eterna, ¿no sientes un poco de incertidumbre ante lo que nos espera cuando cerremos los ojos por última vez? Es solo una pregunta.

Comentar este post