Cena goyesca homenaje a "El barbero de Godoy"

Celebrar una cena de época no es moco de pavo. Máxime cuando la caracterización de los comensales empieza su cabalgadura desde la última década del siglo XVIII, con la Revolución Francesa como colchón de fondo, y se extiende hasta pasados los primeros quince años del XIX, marcados en España a base de pólvora, plomo y fuego por la Guerra de la Independencia contra el invasor gabacho.

Pero... ¿y si la cita tiene lugar en el Maestral, con su exquisita decoración y el trato cercano de los empleados? Sería de justicia afirmar que los puntos se van acumulando. ¿Y el número de asistentes, un factor tan importante a tener en cuenta? Decir que fuimos un centenar los que disfrutamos de la velada literaria es un orgullo y todo un logro. Suma y sigue.

Habría que matizar, para el profano en la materia, que muchos de los personajes que desfilaron por el centro del salón tenian nombre y apellido propios y reales: desde el bandolero Luis Candelas, que acudió trabuco en mano, hasta el canónigo Escóiquiz, con su bonete y su sotana negra ribeteada en púrpura, pasando por el mismísimo Napoleón Bonaparte, su esposa, Josefina, el marqués de Sade, Teresa Cabarrús, Francisco de Goya y Lucientes (don Fancho para los amigos), Pepita Tudó (amante de Godoy), la duquesa de Alba, Mariano Luis de Urquijo y, como no, nuestro querido barbero Santiago Riquelme (protagonista de nuestra novela, El barbero de Godoy, y producto de la imaginación y de las muchas horas de trabajo nuestras y de nuestro querido Manuel Avilés, buque insignia del proyecto). Resultado son también de la ficción el capitán Alatriste, los salteadores de caminos, algunos representantes del pueblo llano, de la burguesía afrancesada, de la nobleza (señoras con fastuosos vestidos, miriñaque o tontillo incluido) y hasta militares de alta graduación.

Y como no podía faltar un homenaje a los 27 coautores de la novela, se etiquetó un rosado de la casa Sicilia (que hemos denominado Coral) como recuerdo a la novela y a los buenos ratos pasados en el taller de novela histórica organizado por la sede de la Universidad de Alicante y coordinado por Manuel Avilés. Y es que,  como él mismo ha dicho en más de una ocasión y corroboró en parte anoche en su discurso de presentación del acto, las razones de escribir la novela (cuyos beneficios van destinados a la Asociación de felinos Lo Morant), no son sino, más allá de la literatura y de la historia, la diversión, la satisfaccion personal y el blindaje del alzheiner.

Y tomad nota, pues la próxima temporada amenaza con nuevo taller y por tanto con nueva novela y nueva cena de época. Que se repita muchos años.

Alicante, 10 de agosto de 2019